"Porristas" y narcisos digitales

¡Tenemos que defender la Verdad a toda costa, aunque volvamos a ser solamente doce” Juan Pablo II

Gary North escribió en 2004 un texto brillante, sobre tres clases de adherentes que siempre hay en todo movimiento ideológico, político o religioso. Se titula: “Discípulos, seguidores y porristas”. North (1942-2022) escribe que el discípulo aprende “a los pies” de los maestros; el “seguidor” también, pero más lejos en el espacio o el tiempo. Y el “porrista” no aprende nada: 

“Un porrista busca atención. Quiere ser visto, (…) y su medio de conseguir atención es vincularse con un equipo: el ganador. Quiere estar en el lado ganador. Quiere ser visto en el lado ganador.” 

Al porrista le interesa un pito la verdad o no de la postura de los maestros, porque no busca una doctrina verdadera a la que asentir y adherir, sino un ganador al cual aplaudir y vitorear en forma obsecuente, para ser visto aplaudiendo y vitoreando al ganador. Por eso Trump, Bukele y Milei cuentan con millones de porristas en América latina: son ganadores. No por sus posturas, muy disímiles, ya que Trump es un proteccionista enemigo del comercio internacional, aunque sea regulado por tratados restrictivos; Bukele es un “populista punitivo” de izquierdas; y Milei es una cosa en sus discursos (se dice “anarcocapitalista”, o sea contradictorio, confuso e ignorante como todos los de esa línea), y otra cosa en sus políticas: estatistas y notoriamente autoritarias.

Las redes sociales ofrecen a los porristas la oportunidad de oro para ser vistos en el lado ganador. Si el lado ganador está equivocado, en un error, no importa; el narciso digital siempre habrá de ser visto apoyando calurosa, ruidosamente y muchas veces con violencia verbal, pues lo único que quiere es aparecer en el lado ganador.

El amor por la verdad, el estudio y la prudencia son virtudes a cultivar para no ser porristas ni narcisos digitales.