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¿Podemos hacer que la economía mundial sea estable y creciente?

Actualizado: 2 ene 2023

(Dados los intereses e ideologías dominantes)




Muchas gracias por invitarme a impartir esta conferencia, por ofrecerme el privilegio de hablar aquí, por darme la oportunidad de encontrarme con viejos amigos y, por último, pero no menos importante, de estar en Budapest de nuevo. En una ciudad y país que juega un rol muy importante y valiente en el desafiante nuevo mundo de la Europa contemporánea. Estoy frustrado que mi país, dada su actual representación política, no es capaz de hacer lo mismo.


Acepté el tema de mi disertación sin vacilar en lo más mínimo, lo que resultó no ser lo más prudente. Cuando empecé a preparar notas para mi presentación de hoy, encontré que el tema es mucho más desafiante de lo que parecía ser.


Hablar de una economía mundial estable no significa discutir un tema bien definido y estructurado. Tiene muchas dimensiones pertenecientes a diferentes disciplinas de muchas ciencias sociales. No hay libro de texto que cubra el tema, ya que es imposible. No hay datos confiables, ni modelos económicos sofisticados. Por tanto, no puedo prometer más que algunos comentarios elementales.


Tal vez mi experiencia personal y la perspectiva de mi país sean de ayuda. Por lo menos eso espero. Mi experiencia puede resumirse en cuarenta años de comunismo, una fascinante década en altos puestos políticos en una era de transformación radical, y dos décadas mucho menos satisfactorias viviendo en una entidad especial llamada Unión Europea. [1]


Puede que esta mezcla sea útil, haciendo mi perspectiva única y relevante: un pequeño país de Europa central, sin ambiciones geopolíticas, fuertemente industrializado, sin acceso al mar y sin suficientes reservas de recursos naturales propios.


Esta sesión debería discutir formas que contribuyan a “Reconstruir una Economía Mundial Estable”. Lo que, para mí, es ilusorio y una meta muy mal planteada. Es constructivista, y nosotros – con nuestro, artificialmente construido, pasado comunista – somos muy cautelosos con ambiciones así. ¿Es acaso reconstruir la economía mundial una tarea relevante? ¿Quién estaría encargado de ella? ¿Quién debería echarse al hombro tal responsabilidad? ¿Un nuevo planificador central? ¿Acaso uno digital, dado el contexto actual?


Hay quienes les gustaría que argumente a favor que las promesas de construir una economía mundial estable deben recaer en la ONU o, quizá, las sesiones plenarias del FMI, y no en las reuniones del Danube Institute. Asumo que nosotros, los aquí presentes, no creemos en la planificación de la economía, ni estamos interesados en el papel de asesores económicos. Ciertamente yo, no estoy interesado en dar recomendaciones prescriptivas en ese sentido.


A pesar de ello, no olvido que prometí dar algunas palabras sobre el tema. Déjenme concentrarme en dos de las muchas y diversas dimensiones del problema.


I. El papel de los cambios de centros de gravedad en la economía mundial.

Una de las claves de este debate podría ser especular sobre los potenciales y probables cambios de centros de gravedad en la economía mundial, como suelen llamarse, en el futuro previsible. Las tendencias son bien conocidas e indiscutidas, al punto que no es necesario buscar datos estadísticos para conocerlas. El centro de gravedad de la economía mundial está moviéndose al Este. Los centros originales, Europa y a América del norte, evidentemente han estado perdiendo sus posiciones de poder en las últimas décadas. Especialmente Europa. En la década de 1990, Estados Unidos y Europa occidental controlaban cerca del 70% del PIB mundial, ahora sólo el 43%. El cambio es enorme. Y continuará.


Cuando veo la economía europea siendo estrangulada por la sobrerregulación, sobre tributación, leyes verdes ridículas y el comportamiento intrusivo de la burocracia de la Unión Europea, es evidente el por qué no crece Europa, y está condenada al estancamiento. Esta es, evidentemente, nuestra experiencia actual. Y ahora es mucho peor, nos estamos estancando. La política basada en la ideología de la Gran Moderación, tan famosa hace veinte años, produjo tasas de inflación inéditas por décadas. En mi país por un siglo entero. Las tan afamadas teorías y modelos eran totalmente incorrectos, no solo la increíblemente ridícula Nueva Teoría Monetaria. Por el contrario, China, India y otros países no occidentales unidos al BRICS* o similares, están avanzando y lo seguirán haciendo. Decir esto no es nuevo, ni revolucionario, y se ha vuelto parte de la ortodoxia convencional. La diferencia entre las tasas de crecimiento entre el Oriente y Occidente no tendrá consecuencias neutrales, son cambios que desestabilizan las estructuras existentes y minan la “estabilidad” anterior. Una economía en crecimiento puede conducir a un juego de suma positiva, una economía estancada o incluso en declive, traerá lo contrario. La experiencia histórica muestra que cambios de este tipo desencadenan, muy a menudo, conflictos e incluso guerras. Esos conflictos y guerras se avizoran en el futuro cercano. Ucrania es sólo un ejemplo. Esto, ciertamente, no mejorará la frágil estabilidad de la economía mundial actual.

Por supuesto, el crecimiento de la economía mundial no depende únicamente de cambios geográficos hacia regiones de crecimiento más rápido. Y esto es válido aún con el hecho de que el crecimiento sin precedentes de la economía china en las últimas cuatro décadas ha contribuido, sin lugar a dudas, con el rápido crecimiento del PIB mundial. Este factor parece estar, en gran medida, agotado. Estoy de acuerdo con Richard Jerram en que “la entrada de China en el sistema de comercio global fue esencialmente un cambio único (que tomó casi dos décadas) y parece haber seguido su curso.” [2]


Dados los recientes cambios políticos, sociales y culturales en China y el relativo alto grado de madurez de su economía (sin mencionar su más que serio problema de envejecimiento), no hay razones para esperar que China continúe creciendo aceleradamente en las próximas décadas. ¿Habrá otros países no occidentales que tomarán el papel anterior de China? ¿Podrá Occidente por sí mismo hacerlo? Mis apuestas no irían en esa dirección.

II. El papel de la calidad del sistema económico

El crecimiento económico mundial y su estabilidad a largo plazo, se basan en otra cosa. Definitivamente no en la ciencia o la tecnología, como lo proclaman y gritan irresponsablemente los tecnócratas y los no economistas de todo tipo; depende de la eficiencia del sistema económico. Esto me lleva a mi argumento principal, que es el énfasis en la calidad del sistema económico. Y al respecto, lastimosamente, no hay razones para ser optimistas.


Como ciudadano y economista, he pasado décadas de mi vida en un sistema donde la economía no era autónoma, sino dirigida priorizando directrices políticas. Esta lección ha calado hasta lo profundo de mi mente. Hace cincuenta y cuatro años, en agosto de 1968, durante la semana en que los ejércitos miembros del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia, yo publiqué un artículo que se atrevía abiertamente a criticar la relación especial entre política y economía en la sociedad comunista, pero el tema fue olvidado por dos décadas.

Regresamos a él con la caída del comunismo. Generalmente, entendemos esta era como el renacimiento construido de la economía de mercado en nuestra parte del mundo. Sí y no. El cambio decisivo fue quebrar el destructivo vínculo entre la política y la economía, deshacernos del dominio de la política. El renacimiento de la economía de mercado fue una consecuencia, ya que el mercado no puede ser construido.


En el sistema económico de administración central comunista, la economía debía seguir a la política. Esto me trae a mi pregunta central. ¿Esto fue específico para el comunismo? ¿Puede replicarse aún sin el comunismo al viejo estilo? ¿No nos estamos moviendo en esa dirección ahora? ¿Las nuevas ideologías (o ismos) no nos están guiando al surgimiento de un sistema similar de nuevo?

Viéndolo desde la perspectiva de mi experiencia, lo considero un peligro inminente. La autonomía de la economía en mi país, en la Unión Europea y en Occidente en general ha sido visiblemente suprimida. Evidente y resolutamente desde la crisis de 2008-2009. ¿Cuáles fueron las principales causas del desarrollo de este peligro? Me concentraré en cuatro de ellas, las que considero cruciales:

1. Tras la caída del comunismo, asumimos que el imperativo social dictado desde la perspectiva marxista al viejo estilo ya había perdido su fuerza. Esta creencia nuestra se fortaleció al observar el evidente declive del poder de los sindicatos. Tal como lo vemos ahora, fue tanto un análisis erróneo como una forma de pensar ilusoria de nuestra parte. Estamos siendo testigos de cómo el imperativo de la igualdad ha recobrado nuevas fuerzas, y no solo en el ámbito económico. La idea de igualdad se utiliza como justificación para nuevas formas de injerencia política en la economía, y otra vez, sus consecuencias no son menos peligrosas que en el pasado. Y están siendo, irresponsablemente, subestimadas por casi todos ahora, pues no parecieran tener relación directa con el comunismo.

2. En los últimos cincuenta años, desde la publicación de la biblia del Club de Roma: “Los límites del crecimiento”, ha surgido un nuevo imperativo político, que significa anti-económico. Se basa en los principios de la ideología verde, del ambientalismo. Esta suprime fatalmente la racionalidad económica y, en consecuencia, la eficiencia de la economía. Fundamentalmente altera la calidad del sistema económico, minando el desarrollo y crecimiento económico. Ninguna de las “políticamente correctas” consignas verdes puede ser defendida desde la racionalidad. No tienen bases científicas. Son políticas y apriorísticas. Se concibieron para ser deliberadamente destructivas.


Accidentalmente, empecé a preparar mis notas para la presentación de hoy, el mismo día de la sesión de apertura de la Conferencia sobre el Cambio Climático en Sharm El Sheij (COP 27). La escandalosa declaración del secretario general de la ONU, Antonio Guterrés, diciendo que el mundo está en una “autopista al infierno climático”, no vale la pena ser comentada aquí. Tales posturas políticas, transformadas en políticas, si cambian el sistema económico. Los nuevos criterios bancarios para evaluar proyectos de inversión y otorgar préstamos, el llamado sistema ESG (“environmental, social and corporate governance”)**, son contrarios al pensamiento económico. Lamentablemente, los economistas no protestan con suficiente fuerza, prefieren formas fáciles de obtener doctorados y generosas subvenciones.


3. El tercer golpe fundamental a la eficiencia económica y a los resultados económicos, es la aceleración del traslado de la importancia de los accionistas (share-holders) hacia la importancia de los grupos de interés (stake-holders). Esto explica las opiniones irracionales y arrogantes de los principales empresarios sobre muchos temas actuales, no solo económicos. Su comportamiento destruye la esencia de la economía de mercado y el funcionamiento del sistema de derechos de propiedad. Este proceso comenzó a ser discutido hace más de medio siglo, pero ha cobrado fuerza en los últimos años. El principio de maximización de beneficios, símbolo de eficiencia económica, ha sido más o menos descartado como políticamente incorrecto. Esto socava fatalmente la posibilidad de un crecimiento económico sano y estable.


4. Toda la idea de nuestra transición del comunismo a la economía de mercado se basó en la libertad del mercado, el rechazo del proteccionismo, la abolición del monopolio estatal sobre las exportaciones, la crítica a la construcción de bloques comerciales restringidos geográficamente, etc. Una de las más importantes y arriesgadas decisiones de mi temprana carrera política, fue la liberación del comercio exterior de mi país, el 1 de enero de 1991. Eso rápidamente cambió el funcionamiento de nuestra economía. Lo que vemos ahora, en cambio, es el surgimiento del neoproteccionismo motivado por razones políticas, nuevas formas y argumentos de promoción política de bloques comerciales. Esto lo veo como un ataque fatal al libre comercio.


No es casualidad que no utilice a menudo el término de moda “globalización”, porque no es un término económico. El término fue acuñado por periodistas y presentadores de TV. Prefiero referirme al incremento o decremento de la internacionalización de las actividades económicas. Esto suena políticamente incorrecto ahora, pues implica que una nación o un estado-nación, es la entidad original, el punto de referencia inicial. Esta forma de pensar no está de moda en estos días.

En cuanto a la llamada globalización, se hace evidente que, debido a las complejidades tecnológicas y de las cadenas de suministro, está llegando a sus límites naturales. Por lo tanto, deberíamos prestar más atención a la racionalidad de las políticas internas. Volvamos a la defensa de la apertura, la libertad de circulación, el libre comercio y la liberación de los flujos de capital, no los discutamos solo ideológicamente.


En conjunto, todo lo mencionado anteriormente lleva a mi pesimismo con respecto a la posibilidad de un crecimiento y desarrollo saludable en todo el mundo, en el futuro previsible. Y como indiqué al principio, sin crecimiento económico, no puede haber estabilidad de la economía mundial.

Václav Klaus, Notas para un discurso ante la Segunda Cumbre del Danubio en Geopolítica, Seguridad y Defensa. The Danube Institute, Budapest, 1 de diciembre de 2022. Sesión sobre “Reconstrucción de una economía mundial estable”.


Traducción al español: Héctor Muñoz.

Revisión: Jorge Chapas.

Partido Fusionista, Foro Liberal de América Latina.

Diciembre 2022




[1] Algunos de ustedes habrán oído hablar de mis esfuerzos lamentablemente infructuosos de bloquear el Tratado de Lisboa, devastador para la democracia europea, los estados nacionales y la economía europea.

[2] The International Economy, Verano 2022, p. 25.

*Nota del editor: En economía internacional,​ se emplea la sigla BRICS para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. **Nota del editor: por sus siglas en español: sistema de criterios ambientales, sociales y de gobernanza corporativa.

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