Ni dar pescado ni enseñar a pescar
¡Hay que dejar pescar!
La gente de a pie no gana más y vive mejor por las desastrosas políticas públicas que aplican gobernantes y gobiernos de talante socialista y mercantilista.
Desde hace mucho tiempo se han puesto en marcha decenas, tal vez cientos, de “programas sociales”, donde regalar es la norma. Estos programas ofrecen a los conectados con el sistema, o sea a los afiliados, votantes y potenciales electores desde alimentos, fertilizantes, semillas y árboles hasta sistemas de riego, útiles escolares, tablets, medicina, vivienda, estufas ahorradoras, letrinas y trasmallos. Es la política de “dar pescado”.
Desde finales del siglo XX, sin dejar de “dar pescado”, se impulsó el paradigma de “enseñar a pescar”, bajo el cual desde los ministerios de educación hasta la última dependencia estatal, “educar” debía ser la norma, a título de “capacitación”, “transferencia de conocimientos y tecnologías”, “intercambio de experiencias” y “fortalecimiento de capacidades”. “¡Hay que enseñar a pescar!” fue entonces el mantra.
Ambas políticas son desastrosas para la economía y la moral de la gente. Crean dependencia, irresponsabilidad y humillación; la gente se cree incapaz de valerse por sí misma y deposita su confianza en papá Estado, quien les mantiene esclavos con regalos y privilegios. ¡Es un engaño para unos, los “beneficiarios”, y un robo para otros, los contribuyentes!
Lo que es moralmente válido, honroso y sirve al buen orden social es “dejar pescar”. Es la antigua divisa expresada por el francés Vincent de Gournay en el siglo XVIII: laissez faire, laissez passer que significa “dejar hacer, dejar pasar”. En otras palabras: libre mercado. Libre de interferencias estatales, de leyes de competencia, educativas, laborales, ambientales, bancarias y de impuestos injustos. ¡A derogar esas leyes!
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