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La democracia anti-liberal

Luis Pedro Mejía Suchité / Edwin Gabriel Ortega Alvarez.



El pasado miércoles 12 de julio los guatemaltecos fuimos testigos, una vez, más de otro escándalo politiquero, propio de las clases media y alta del país. El sospechoso actuar desesperado y necio de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, lleva la típica marca de la derecha mala. No saben perder en las urnas y ahora, aparentemente, querían hacer el intento de ganar a través de las cortes.


Con el objetivo de bajar al partido político Movimiento Semilla de esta contienda electoral, el Juzgado Séptimo, dirigido por el juez Freddy Orellana, decide suspender provisionalmente la personalidad jurídica del Movimiento Semilla por un caso de supuesta falsificación de firmas. Esto fue anunciado por el Ministerio Público a través de Rafael Curruchiche, fiscal de la FECI, paralelo a que el Tribunal Supremo Electoral, a través de una conferencia de prensa, estuviera oficializando los resultados de la primera vuelta y anunciando tanto al propio partido Movimiento Semilla y a la Unidad Nacional de la Esperanza como las agrupaciones políticas, que competirán en el balotaje en agosto de este año. Confusión tras confusión, los disgustos de las clases medias no se hicieron esperar.

Tribunal Supremo Electoral.

Foto: Diario de Centroamérica.


Crispación en el ambiente y mucho descontento por parte de los guatemaltecos capitalinos clasemedieros y algunos retoños de la clase alta, pendientes del circo político, algunos en defensa de Semilla, otros aplaudiendo las acciones del Ministerio Público… mientras tanto los políticos profesionales y los guatemaltecos que no somos parte de este espectáculo politiquero nos pronunciamos inmediatamente de forma respetuosa, contundente y directa señalando:



Rafael Curruchiche, jefe de la FECI.

Foto: Emisoras Unidas.


En primer lugar: que una democracia con proscripciones, no es una democracia auténtica, por el contrario, lo que tenemos hoy en día presente en Guatemala, es una democracia antiliberal y patológica, como bien señalaba el filósofo brasileño, Olavo de Carvalho, en donde existe una preselección de las agrupaciones políticas afines al sistema de leyes malas que tenemos en el país y que, por lo tanto, no hay una representación auténtica de todo el espectro político-ideológico y los partidos que participan, son aquellos afines al estatismo imperante en Guatemala. Aquellos que tratan de desafiar los intereses de los distintos grupos de poder, son removidos de la contienda, o ni siquiera se les permite participar.


El intento de proscribir a Semilla a escasas semanas de darse la segunda vuelta, es producto de la necedad y estupidez de la derecha mala, de no querer asumir su derrota en las urnas y escudriñar en el historial de los partidos adversarios, para jactarse de la más mínima o mayúscula faya, para buscar sacarlos de contienda a través de la guerra judicial, generando un clima anárquico, poniendo la institucionalidad del país en riesgo y generando desorden, en lugar de ofrecer una competencia de altura y respetuosa mediante la buena política, el debate y la libre competencia en el ámbito electoral ¡Lamentable!


También vale la pena mencionar, ante todos aquellos incautos que alegan que el TSE está fuera de tiempo para remover la personalidad jurídica, y de esta forma cancelar el partido Semilla, esto debido a que la Ley Electoral y de Partidos Políticos, establece en su artículo 92 que: “no podrá suspenderse un partido después de la convocatoria a una elección y hasta que ésta se haya celebrado”. Que bajo un sistema de democracia liberal auténtica y propia de un sistema de gobierno limitado, el rol del Estado a través del TSE, no debería de cancelar a los partidos políticos ¡En ningún tiempo! Ni antes, ni durante, ni después del proceso electoral. Las proscripciones son propias de un sistema donde no hay una libre competencia política y donde la cancelación de partidos por denuncias de terceros, responde a lo que en política se conoce como “lawfare” la judicialización de la política, y la artimaña de la cual los malos perdedores se apegan para descarrilar a sus oponentes y adversarios, en este caso; la derecha mala del país, tratando de desbancar a la izquierda hoy bien merecedora de correr a segunda vuelta en sus dos presentaciones los verdecitos de distintas tonalidades.


Convencidos además que solo mediante la buena política; ideológica, programática, electoral y representativa, se pueden alcanzar los estándares de orden, justicia y libertades verdaderas para los guatemaltecos, creemos y afirmamos que es necesario que se respete la naturaleza de los partidos políticos como entes de derecho privado, es decir: partidos políticos privados, sin intervención, regulación ni financiamiento por parte del Estado. La ley que rija sobre las contiendas democráticas en el país, debería ser únicamente una ley electoral, y dejar de establecer regulaciones en cuanto a la organización, financiamiento, ni los estatutos ideológicos de las organizaciones políticas, ya que, al hacerlo, como sucede actualmente, se degenera en las acciones de las que hoy se acusa a la agrupación Movimiento Semilla.


Enmarcados en el principio del liberalismo, la correlación esencial que subyace entre la libertad y la responsabilidad establece un deber para aquellos que poseen un mayor grado de conocimiento y conciencia política para educar a sus conciudadanos menos informados. La apertura de un camino a una ciudadanía informada y una democracia más inclusiva, en última instancia, radica en los esfuerzos comunes para la promoción de una educación de calidad, privada y accesible y la propagación de un acceso a la información desinhibido y sin prejuicios.


La inclusión de las masas no es simplemente un asunto de aumentar el número de votantes, sino de fomentar la participación activa y consciente de la ciudadanía. Asegurarse de que cada ciudadano esté adecuadamente informado y sea capaz de expresar sus opiniones de manera efectiva es esencial para preservar la integridad de un sistema democrático.


Sin embargo, el proceso para alcanzar este nivel de participación activa y consciente no es simple. Requiere de un compromiso sostenido para mejorar la calidad de la educación, el cual solo se logra privatizando, desregulando y liberando en favor de la población y hacer que el acceso a la información sea accesible para todos, independientemente de su ubicación geográfica o su situación económica. También implica un desafío al status quo, en el que las clases altas y medias dominan el discurso político, y requiere que se proporcione a los ciudadanos menos acomodados las herramientas y oportunidades necesarias para participar de manera efectiva en la política, esto mediante la apertura de los mercados y la libre competencia, también dentro del panorama político, para lo cual es esencial eliminar todos los impedimentos legales, es decir las leyes malas que no han permitido esto, partiendo del Decreto 1-85 Ley electoral y contra los partidos políticos o como atinadamente nosotros le llamamos “Ley Electoral y Contra los Partidos Políticos”.


El liberalismo, en su esencia, aboga por una democracia liberal que valora y respeta la libertad y los derechos de todos sus ciudadanos. Este ideal requiere un compromiso con la igualdad ante la ley, asegurando que todos los ciudadanos tengan la oportunidad de formar parte activa de la vida política del país, independientemente de su estatus económico o nivel de educación.


Para conocer más, ingresa aquí.




Foto portada: Emisoras Unidas.

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