EN UNA ERA DE CADA VEZ MÁS FUERTE PROGRESISMO
¿SON MANEJABLES LOS DESAFÍOS AL CONSERVATISMO?
Are the Challenges Conservatism is Facing in the Era of Ever Stronger Progressivism Manageable?
Discurso al Conservative Political Action Conference, Budapest, Hungría, 20 de mayo de 2022.
Traducción: Alberto Mansueti
Es genial que los defensores, exponentes y voceros del conservatismo podamos reunirnos en la hermosa ciudad de Budapest. Y no menos importante, sin mascarillas, cara a cara, no a través de Zoom, Skype o plataformas similares, como solía ser el caso en los últimos dos años de Covid.
Vinimos a Budapest en un momento difícil de la historia, cuando hay una guerra fea cerca de aquí. Esta guerra no solo ha matado a miles de personas, sino que también ha cambiado los aspectos fundamentales de los arreglos internacionales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y con ello la atmósfera en todo el mundo. Es sin duda una guerra trágica, injustificable e inexcusable, una guerra con decenas de miles de víctimas directas y cientos de miles indirectas, una guerra que ha producido enormes daños materiales, casi incalculables. La desconfianza resultante entre las naciones será difícil de eliminar.
Tendrá consecuencias enormes y difícilmente reversibles no sólo para los países involucrados en los combates, sino también para nosotros, los vecinos, o casi vecinos, y para toda la comunidad mundial. Alterará muchos aspectos de la forma, estilo y ligereza de la vida que nosotros aquí en Europa Central damos por sentado tras el derribo del comunismo, y no estamos preparados mentalmente para perder.
No debemos olvidar expresar nuestro agradecimiento a los organizadores de este encuentro – el Centro Húngaro para los Derechos Fundamentales, y la Fundación de la Unión Conservadora de EEUU – por hacer posible esta reunión de verdaderos creyentes en el conservadurismo y las ideas conservadoras, por reunir a personas para quienes la libertad de expresión es una prioridad máxima, personas que a pesar de sus fuertes convicciones, respetan la pluralidad de opiniones y posiciones políticas, personas que son opositores decididos a la contrarrevolución progresista en curso.
Preparar esta reunión ciertamente no fue fácil, no solo por razones organizativas y financieras. En muchos lugares de la “nueva”, diversidad de puntos de vista que no amamos, la corrección política y la uniformidad que se promueve activamente en Europa, un evento similar no hubiera sido posible. Una vez más, muchas gracias.
La guerra en curso en Ucrania muestra una vez más que todas las guerras conducen a la supresión de la libertad, a la restricción de la democracia, a la explosión de las mentiras y la propaganda, al control y a la regulación crecientes de todo tipo de actividades humanas, al bloqueo generalizado del funcionamiento de los mercados, y al auge del estatismo y del intervencionismo estatal. Esto es exactamente lo que vemos hoy y en estos días, y no solo en los países donde se están produciendo los combates. Los conservadores deberíamos estar al frente de los que se oponen.
Queridos amigos húngaros, en contraste con la reciente avalancha de noticias en su mayoría negativas, llegó una extremadamente positiva de aquí, de su país, hace unas seis semanas: los resultados de las elecciones parlamentarias húngaras. En la última época, en la mayoría de los países del mundo occidental, las personas con nuestras opiniones y posturas han experimentado en su mayoría derrotas electorales. La victoria húngara fue un cambio muy necesario en esta tendencia. Su país demostró que es posible una victoria de un político conservador de una política conservadora. Es inspiración para todos nosotros.
Esta primera Conferencia de Acción Política Conservadora que tiene lugar en Europa debería estar dedicada a la discusión, defensa y promoción de los valores y principios conservadores. El término “conservador” es absolutamente fundamental para nosotros. Poco después del derribo del comunismo, ya hace más de 30 años, logré fundar un partido político en mi país, Checoslovaquia y ahora República Checa, basado en ideas que creo merecen llamarse conservadoras.
Como recién llegados al Oeste libre, no nos atrevimos entonces a llamar a nuestro partido "conservador", por dos razones. Primero, por nuestro enorme respeto por Margaret Thatcher y el Partido Conservador Británico. Y segundo, porque el término “conservador” estaba en los países de Europa Central y del Este reservado para viejos burócratas comunistas que soñaban con la posibilidad de “conservar” el comunismo. Mi partido ganó las dos primeras elecciones parlamentarias libres, y desempeñó un papel crucial en la sustitución de un régimen autoritario por uno democrático.
Lo tomamos como una prueba de que es posible una victoria de la libertad y la democracia. Estábamos fascinados por el rápido éxito de los cambios radicales en los aspectos principales de nuestros sistemas políticos y económicos. Sin embargo, no esperábamos la erosión igual de rápida que presenciamos ahora. El mundo posdemocrático contemporáneo, más o menos socialista, conectado con un progresismo “woke”, agresivamente inmodesto y casi anárquico, con una arrogante cultura de la “cancelación”, y los desmanes casi inimaginables de la tal revolución “de género”, es lo opuesto al mundo que queríamos construir. Me siento cada vez más frustrado de que en el mundo de hoy nuestras ideas estén visiblemente en retirada. No debemos tener expectativas falsas e ingenuas. Debemos saber que este retroceso será difícil de detener.
¿Cómo ha ocurrido? ¿Fue porque nuestras viejas, bien definidas y ampliamente aceptadas ideas conservadoras se han vuelto obsoletas, inapropiadas, tal vez inaplicables en el feliz nuevo mundo actual, que aún espera a sus recién nacidos Huxleys y Orwells? ¿Tenemos pues que renovar, modernizar, reformular estas ideas? ¿O “solo” tenemos que volver a ellas?
Mi respuesta a esta pregunta es simple y bastante modesta: creo que es suficiente volver a ellas. Sin embargo, hacerlo sería un logro revolucionario – no solo por la fuerza innegable de nuestros oponentes y enemigos, como se argumenta muy a menudo.
Veo muchos problemas e inconsistencias de nuestro lado. Nuestras ideas conservadoras no han sido suficientemente expuestas y promovidas durante mucho tiempo, al menos desde la década de los años ‘60, desde aquellas barricadas en París en mayo de 1968 y de los Estudiantes por la Sociedad Democrática en EEUU. El problema se hizo enorme por la evidente pasividad de los pensadores conservadores tras el derribo del comunismo, cuando el mundo occidental aceptó ingenuamente la tesis del “fin de la historia” de Fukuyama, y se volvió injustificadamente seguro de sí mismo acerca de que las ideas sobreviven, funcionan y triunfan sin ser constantemente defendidas y promovidas.
Las pérdidas que veo están tanto en el campo de las ideas, como en los arreglos institucionales radicalmente cambiados del mundo occidental, especialmente aquí en Europa. En el campo de la ideología, veo cambios importantes para peor en los siguientes campos:
# Una victoria de la ideología de los derechos humanos, sobre los derechos cívicos entendidos al modo conservador, y sobre el principio de ciudadanía tradicionalmente definido;
# Una pérdida de libertad relacionada con el hecho de que la democracia liberal progresista consiguió sustituir la libertad por “los derechos”. La ideología de los derechos positivos ha alcanzado el estatus de religión cívica;
# Una victoria del “ONGismo”, del poder de los grupos de presión no elegidos y de los intereses creados, sobre la democracia parlamentaria pluralista;
# Una victoria del ambientalismo agresivo sobre la racionalidad elemental y el sentido común, sobre la sabiduría de los ciudadanos comunes, sobre la forma de pensar conservadora en la economía;
# También hay negativas consecuencias del hecho de que los creyentes en el estado nación hayan capitulado, o más o menos, en su enfrentamiento con los organismos internacionales (en Europa con la UE);
# Hay la ruptura de la continuidad. La sociedad occidental comenzó a distanciarse de sus raíces culturales e históricas, y de la larga tradición de moderación y decencia;
# Hay la negación de la existencia de la naturaleza humana. Los exponentes de la revolución sexual lograron transformar a hombres y mujeres, el hardware biológico de la sociedad humana, en un software cultural y social;
# Y finalmente, hay una nueva moral, y patrones de comportamiento que reemplazaron las tradiciones y valores conservadores.
También tiene su lado institucional. Todos estos cambios han sido posibles por la negación del papel dominante de los estados nacionales en la estructuración de la sociedad humana y por el papel creciente de las organizaciones e instituciones internacionales. El paso hacia una gobernanza global y subglobal, es decir, europea, ha llevado a la supresión del único garante eficaz de la democracia, el Estado nación.
Los estados-nación soberanos se convirtieron en una unidad política fundamental de los asuntos internacionales. El modelo existente del proceso de integración europea, en el que la integración se convirtió en unificación y en la centralización de la toma de decisiones, y en el que la liberalización se convirtió en armonización, estandarización y uniformidad, se ha convertido en el principal vehículo para la pérdida de la forma de pensar conservadora en nuestra parte del mundo. Aquí.
Llevamos mucho tiempo a la defensiva. Debe iniciarse una ofensiva de autoconfianza basada en la convicción de que las ideas importan, y de que las ideas conservadoras son su parte fundamental e insustituible. Veo una necesidad desesperada de defender al muy frágil Occidente de sus enemigos intelectuales internos. No es solo en Hungría donde tenemos que luchar contra el creciente papel de los exponentes del Homo Sorosense y el surgimiento de las élites cosmopolitas.
No deberíamos permitir que los progresistas dominen la política, los medios y el sistema educativo actuales. James Burnham dijo una vez que “las civilizaciones mueren solo por suicidio”. Me temo que nuestra falta de actividad podría conducir fácilmente a tal fin. Como dije antes, el derribo del comunismo y el fin de la Guerra Fría socavaron la conciencia y el estado de alerta anteriores.
No se debe volver a cometer el mismo error. El conservadurismo nunca ha significado un rechazo a priori de los cambios fundamentales, ni de una discontinuidad incluso radical con el pasado. Pero no soy el único que siente que llegamos a un punto de inflexión. Debemos comenzar a defender y promover activamente las ideas que heredamos de nuestros predecesores. Estoy convencido de que nuestra conferencia será uno de los aceleradores significativos de un cambio fundamental.
Articulo original
Créditos fotografía: https:// www. resumenlatinoamericano. org/
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