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Discurso de Jorge Chapas

En el marco del lanzamiento de partido político de derecha que hará oposición eficaz a la izquierda progresista y a la derecha mercantilista.


Guatemala, 23 de agosto de 2023.



Buenas noches apreciados amigos, miembros fundadores del Partido Fusionista, amigos de la prensa, colegas liberales clásicos y guatemaltecos de bien que nos acompañan en este recinto o eventualmente lo harán a la distancia por medio de las redes sociales. ¡Felicitaciones y gracias por honrarnos con su presencia y atención!





Y es que definitivamente se requiere coraje para venir a un evento de esta naturaleza: el lanzamiento de un partido político de derecha liberal clásica y capitalista. Apenas han pasado 72 horas de la segunda vuelta electoral y seguro la herida aún sangra: la izquierda progresista ha ganado el Poder Ejecutivo y el Legislativo se encuentra igualmente capturado por diputados de izquierda, centro y derecha estatista. Ahora tendremos que soportar por 4 años sus nefastas leyes y políticas públicas.


Y sin embargo aquí estamos, un grupo considerable de valientes ciudadanos, deseosos de conocer cuál camino tomar, qué hacer, cómo interpretar la realidad; deseosos, ojalá, de encontrar el por qué, el cómo y el cuándo podemos contribuir al cambio real y verdadero que anhelamos los guatemaltecos.


Pero antes, seamos autocríticos y veamos rápidamente en qué nos hemos equivocado.


El problema


La agenda estatista lleva ya muchas vueltas al sol instalada en Guatemala. A partir del 14 a las 14 (del 2024) sólo veremos una profundización de sus tres políticas públicas que tanto daño hacen a las personas y a nuestras familias: nacionalización, sobre-legislación y cierre de los mercados a la competencia. Esas son, de facto, las políticas subyacentes a los 10 puntos del Manifiesto Comunista de Marx de 1848, a lo cual también se le ha llamado marxismo clásico o económico.


Y no, no hay tal cosa como una “nueva izquierda”. No caigan en esa trampa de la Derecha mala “youtubera”. El marxismo cultural materializado en 4 grandes ideologías, a saber: 1) la ideología de género y todo cuanto implica (aborto, matrimonio homosexual, eutanasia, etc.), 2) el ecologismo anticapitalista, 3) el indigenismo o racismo anti-blanco y, d) el relativismo posmodernista, son ideologías que, en gran parte, fueron concebidas ya en las obras juveniles de Marx. Él sabía muy bien que la familia, la religión cristiana y la propiedad privada eran los grandes pilares de la civilización occidental. El marxismo clásico o económico destruyó la propiedad privada durante el s. XX por medio de leyes malas, y una vez debilitada la economía (i.e. la estructura) las izquierdas lanzaron ofensiva, también por medio de leyes, contra las instituciones religiosas, morales y culturales (i.e. la superestructura). Hoy estamos frente a un régimen de izquierda potenciado y revitalizado, no nuevo, que seguramente inyectará velocidad y fuerza a la agenda del marxismo cultural sobre la base del marxismo clásico institucionalizado.


Pero ya en la primera década de este siglo habían gobernado dos expresiones de izquierda, el gobierno del FRG y de la UNE. Lo hicieron justamente después de que en la última década del s. XX el gobierno neo-liberal de Álvaro Arzú lanzara de forma tardía, pocas y tímidas políticas liberalizadoras. Como el golpe no se asestó con fuerza al sistema, el péndulo –principio cardinal en ciencia política– giró fuertemente al extremo contrario y de ahí los socialistas Alfonso Portillo y dupla Colom-Torres encontraron cabida. Desde entonces los programas sociales asistencialistas y clientelares han sido institucionalizados y normalizados.


La segunda década del s. XXI fue entonces el turno de una derecha aún más tímida, ignorante e incompleta. Los gobiernos de Otto Pérez Molina, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, si les podemos llamar de “derecha”, poco y nada hicieron en la dirección correcta. En el mejor de los casos, algún tipo de contención hubo en materia de intromisión extranjera, pero más nada. Insuficiente. Hoy estamos frente al comienzo de “la segunda década progresista”, como le llama el Prof. Alberto Mansueti. Una década que, de no construir una opción de auténtica derecha con posibilidades de ganar el voto del público, será toda de la izquierda socialista y progresista.


Pero, ¿por qué ha sido tan exitosa la izquierda en Guatemala y América Latina? (Por no decir en todo Occidente).


Por varias razones, pero una en particular: por la incompetente “derecha” que ha tenido por adversario. Sí estimados guatemaltecos, la izquierda predomina en la región no sólo por algún mérito propio, que lo tiene, sino porque la derecha ha sido incompleta, tímida, incongruente y errática. La derecha del tipo Mauricio Macri en Argentina y de Sebastián Piñera en Chile fracasó, vean hoy esos países; pero también fracasó la derecha de Álvaro Uribe en Colombia, Pedro Pablo Kuczynski en Perú, Enrique Peña Nieto en México y hasta la derecha conservadora de Jair Bolsonaro en Brasil. ¿Por qué fracasaron? Porque se resistieron a impulsar las reformas liberales, completas, radicales, congruentes y de shock. ¡Así la izquierda encontró los argumentos para cuestionar los tímidos avances de sus políticas públicas, se afianzó y recuperó terreno con creces!


Otras razones que son también de especial relevancia las podemos encontrar en lo que hemos llamado la histeria anti-corrupción. Una táctica política que iniciaron las izquierdas latinoamericanas a principios de los 90s. Desde entonces la “lucha contra la corrupción” se esgrimió como batalla importante hasta convertirse en el epicentro de todo plan de gobierno y agenda pública. De la histeria anticorrupción derivaron otras histerias y malas tácticas como la paranoia del fraude electoral y la judicialización de la política o lawfare, así como sus perversos derivados: la anti-política, la partidofobia y la aversión a la democracia representativa. De ahí el desencanto, la pasividad, la indiferencia y el miedo “inducido” hacia la política, los partidos y las elecciones.


Hace 72 horas ha ganado la presidencia Bernardo Arévalo del partido Movimiento Semilla con el voto de 2,441,661 ciudadanos, no obstante gobernará con el 26 % de representatividad, es decir, sólo 1 de cada 4 guatemaltecos empadronados apoya su gobierno. Dos escenarios se ciernen para los próximos cuatro años: 1) hace lo que dijo que hará o 2) hace lo que no dijo, pero que ya tenía pensado hacer. Esto último es lo propio de los políticos de izquierda. Y así como podría solamente inyectar velocidad a una agenda social-progresista mediante leyes y políticas públicas sobre las cuales no tendrá mayor oposición en el Congreso considerando que 144 de los 160 diputados suscriben en mayor o menor grado el socialismo, también podría, con la popularidad recién obtenida, decantarse por una estrategia agresiva de profundización del sistema socialista-progresista mediante una reforma constitucional.


¡Habrá que esperar y sí, los creyentes debemos pedirle a Dios, pero al mismo tiempo aplicarnos a lo prescrito en 2 Crónicas 7, 14: “abandonar nuestra mala conducta” pues será hasta entonces que Él escuchará nuestras oraciones y “devolverá la prosperidad a nuestros países”.


Dejemos por ahora la lectura del problema que, sin duda, tiene muchas otras razones, aristas y matices.


La solución


“No hay cambio sin política, no hay política sin partidos, no hay partidos sin programas”. Este triple axioma de Edgardo Manara sintetiza muy bien cómo los Fusionistas vemos la solución.


Por “cambio” nos referimos al cambio real, verdadero y para bien de todos los guatemaltecos. Obviamente no nos referimos a la divisa retórica de las izquierdas del tipo “cambio y futuro”, que más bien significa “estancamiento y pasado”, porque su ideología, políticas públicas e instituciones económicas sólo producen inflación, carestía, inseguridad, corrupción, migración, ignorancia, injusticias, caos e incluso la muerte. El cambio que proponemos los Fusionistas es real, verdadero y para bien. Supone condiciones de orden, justicia y libertad, a la vez los tres valores de la auténtica derecha.


Para lograr un cambio real y verdadero necesitamos tres medios o cauces naturales, derivativo uno del otro y complementarios: política, partidos y un programa. Política, no politiquería; la politiquería es esa política sucia, marrullera, superficial, anecdótica, personalista y violenta. Sus principales argumentos giran entorno a la histeria anti-corrupción, el supuesto fraude electoral, la judicialización de la política y la “cacería de brujas”, esa mala práctica bajo la cual los gobernantes entrantes arremeten judicialmente contra los gobernantes salientes.


La política con “P” mayúscula, por el contrario, es la ciencia que trata de administrar correctamente los bienes públicos, en orden a alcanzar el bien común, entendido éste como la suma de los bienes particulares, en cada esfera de la sociedad, sin interferencias a la soberanía o autonomía de cada esfera [1]: la familia, la empresa, la iglesia, la escuela, el gobierno, etc. La política también es un arte, pero no eso que llaman “el arte de lo posible” o real politik. La política es, más bien, el arte de hacer posible lo que es correcto y necesario, por medios pacíficos, en orden a alcanzar condiciones de orden, justicia y libertad.


Entendida así, en Guatemala no hay política sino únicamente politiquería. En ese contexto, el Partido Fusionista se erige como una institución que viene a oxigenar el clima político y a reivindicar la sana política. Porque no venimos a lanzar ataques ad hominem, ni a buscar enjuiciar a fulanito ni a zutanito por corrupto o ladrón. Tampoco venimos a fogonear las muchas histerias y paranoias, ni hacer de la coyuntura nuestro pan de cada día. Venimos a suministrar doctrina, tradición e ideología, venimos a proponer en clave de sistema, de políticas públicas y de instituciones económicas. Venimos a representar a esa mayoría silenciosa que en esta segunda vuelta electoral se ha expresado claramente mediante el abstencionismo, el voto en blanco y el voto nulo, expresiones anti-sistema que, si sumamos a quienes ni siquiera se empadronaron, equivalen al 60% de la población en edad de votar.


En tal sentido, aspiramos a construir un partido político completo, de 4 dimensiones: 1) ideológico, 2) programático, 3) representativo y, por último, 4) electoral. Un partido como ninguno, porque en Guatemala no tenemos partidos ni verdaderas instituciones políticas, tenemos plataformas electorales y caudillos. Más nada.


Un partido ideológico supone claridad y transparencia ideológica o doctrinaria. Implica que, además de ser un vehículo natural para canalizar las demandas de sus afiliados y votantes, es también un agente de cambio cultura, en tanto se esfuerza por la info-educación del público. Un partido programático es aquel que tiene un proyecto político, con políticas públicas, un set de reformas, instituciones económicas y un sistema político y económico que defiende, promueve y aplica. Un partido representativo es una institución política que representa a una “parte” del electorado. Nosotros los Fusionistas aspiramos a representar a la mayoría silenciosa, la cual se acaba de expresar en el 55 % de abstencionistas (5,148,452 electores), en el 1.25 % de voto blanquistas (52,687 votantes), en el 3.50 % de voto nulistas (147,165 votantes) y en los casi un (1) millón de ciudadanos en edad de votar que ni siquiera se empadronaron. ¡A todos ellos los representamos! Pero también representamos a todos aquellos buenos guatemaltecos hartos del estatismo, de las izquierdas perversas y de la derecha incompetente, ambas incapaces de resolver nuestros problemas de raíz.


Finalmente, un partido electoral, en tanto tenga la capacidad de competir y ganar elecciones. Y no estimados guatemaltecos, no necesitamos un Milei, un Trump o cosa parecida para ganar elecciones. Necesitamos un partido político, con bases, cuadros medios y líderes bien capacitados a nivel territorial e institucional. No necesitamos caudillos populistas con agendas incongruentes y discursos altisonantes o de odio. ¡Necesitamos un partido político completo, de cuatro dimensiones! Y para ello debemos crecer orgánicamente, ganar representatividad, calar nuestro mensaje en el gran público y tener apoyo suficiente de recursos económicos, humanos y políticos. Cuando tengamos esas “condiciones” –condicionalismo– entonces podremos competir y ganar elecciones.


Nuestro programa se basa en una doctrina y tradición: la del liberalismo clásico. Una doctrina que tiene sus raíces más profundas en la tradición judeo-cristiana, pero más sistemáticamente en la tradición de la Escolástica Tardía, a la sazón de la alta Edad Media y concretamente en la Escuela de Traductores de Toledo. De tradición y raíces hispanas, pero de aportes anglosajones importantes en autores como John Locke (Inglaterra), Adam Smith (Escocia) y Frédéric Bastiat (Francia). Sus pilares son el gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada.


Sobre la base de estos principios, hemos sistematizado un proyecto, un programa político, que hemos llamado La Gran Devolución mediante la derogación de las Leyes Malas y las 5 Reformas. A la histórica “Gran Usurpación” de atribuciones, poderes y recursos nosotros proponemos una “Gran Devolución”, de esas atribuciones, poderes y recursos. Tres hitos o procesos políticos marcan el proyecto: 1) la rescisión, parcial o total, de muchísimos acuerdos, protocolos, pactos y convenios internacionales que usurpan nuestra soberanía nacional, esclavizándonos a agendas globalistas lideradas por la ONU y sus decenas de agencias, pero también esclavizándonos con préstamos y deuda con organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el BID, entre otros. 2) La derogación de las leyes malas que derivan de estos convenios, protocolos, pactos y acuerdos internacionales, como también de la Constitución Política de la República bajo la cual se crean una serie de “derechos sociales” que obligan la redistribución de la riqueza por la vía política, el establecimiento de privilegios para unos en detrimento de otros y la expoliación legal mediante muchos impuestos injustos, discrecionales y progresivos, así como la creación de un enorme aparato estatal que socava la actividad económica y social. Para matizar el adjetivo “enorme”, les lanzo un dato que pronto estaremos haciendo público en un artículo-propuesta: sin contar las 340 municipalidades, que ya es mucho, el Gobierno tiene aproximadamente 860,262 funcionarios públicos dispersos en 106 dependencias, la mayoría de la cuales, obviamente, usurpa atribuciones, poderes y recursos de los guatemaltecos. En todo caso, en las leyes malas se materializa el estatismo, se cuentan por miles y sólo nosotros tenemos un Catálogo de Leyes Malas en el cual especificamos 10 categorías y hasta 45 subcategorías de leyes que proponemos derogar.


Y 3) finalmente las 5 Reformas: la Reforma #1 o política, orientada a limitar el gobierno a sus funciones propias y naturales: seguridad, justicia y obras públicas nada más; con un impuesto único, universal y uniforme o Impuesto de las 3 “U”; con verdadero y auténtico federalismo o autonomía legal, funcional y fiscal, tanto a nivel municipal como departamental, y un sistema de partidos políticos real y verdaderamente privados, no estatizados, como lo están ahora al amparo del Decreto Ley 1-85 “Ley electoral y “contra” los partidos políticos”. La Reforma #1 responde al principio de gobierno limitado.


La Reforma #2 en economía y finanzas responde al principio de mercados libres. Consiste en privatizar, desregular, eliminar privilegios y abrir los mercados a la competencia. Ello supone devolver a sus agentes, administradores actuales y dueños naturales las hoy “empresas públicas” (e.g. Empresa Guatemalteca de Telecomunicaciones, GUATEL), los hoy recursos económicos de origen natural estatales (e.g. el subsuelo, los bosques, las áreas protegidas) y las actividades e instituciones económicas hoy usurpadas por el gobierno, tales como la banca, el crédito y la moneda. En tal sentido proponemos simplificar al máximo la posibilidad de crear empresas y negocios, suprimir leyes que otorgan subsidios e imponen aranceles al comercio, cerrar instituciones como el Ministerio de economía, el Banco de Guatemala y el CHN, así como el retorno a dos instituciones monetarias y bancarias clave para el desarrollo de nuestro país: el patrón oro clásico y el sistema de reserva al 100%.


Las Reformas 3, 4 y 5, en educación, atención médica y el sistema de jubilaciones y pensiones, constituyen nuestras 3 Reformas sociales. Las tres responden al principio de propiedad privada. Consisten en devolver esas hoy funciones estatales a sus agentes naturales: maestros, médicos y administradores de fondos de pensión, respectivamente. Y sí, por “devolver” entendemos “privatizar”, pero privatizar para la gente; no como se hicieron las privatizaciones de los 90s, las cuales tuvieron el objetivo primordial de dotarle recursos al Estado (privatizaciones fiscalizadoras) y no devolver esas funciones a sus agentes naturales y esferas privadas. Porque nosotros los Fusionistas entendemos que la educación, la atención médica y las jubilaciones y pensiones son esferas privadas de los ciudadanos, esferas que deben operar en el marco del mercado o en el marco de la solidaridad voluntaria. En tal sentido, proponemos dar en calidad de propiedad privada, bajo la figura de “dación en pago por obligaciones pendientes” toda la infraestructura en esas tres áreas a sus operadores actuales. Es decir, las escuelas, institutos, centros de enseñanza y facultades a los maestros y docentes; los hospitales nacionales y centros de salud a los médicos y enfermeras y; los centros de atención para jubilados y pensionados a los trabajadores sociales, médicos y administradores actuales. Las 3 Reformas sociales implican el cierre de los respectivos ministerios y entidades hoy estatales, a saber: el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social y el IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social). El Estado se desliga, se separa, por completo, de todas esas funciones que no le son propias y naturales, y que por tanto hace tarde, pésimo o nunca.


Como estas tres reformas sociales suponen la operación mediante el sistema de precios, es evidente que no todos los guatemaltecos podrán acceder a los centros privados o privatizados en educación, atención médica y jubilaciones y pensiones. Por tanto, aquí nuestra única concesión al sistema: proponemos tres series de vouchers, bonos o cupones, para los más pobres y sólo mientras lo sean. Así, temporalmente, mientras las Reformas #1 y #2 elevan el nivel de vida e independencia de la gente, los más pobres podrán optar voluntariamente a un voucher, bono o cupón.


Las 5 Reformas son inseparables y complementarias, por tanto deben aplicarse de “shock”, de súbito y rápido, para que tengan el impacto esperado en el sistema político, económico y social. Los Fusionistas hemos estudiado “transitología”, rama de la ciencia política que estudia las transiciones de sistemas y regímenes. De los 30 países de Europa del Este que en la década de los 90s primero se “liberaron” del bloque comunista tras el derribo del Muro de Berlín y luego “transitaron” al sistema de capitalismo liberal, sólo un puñado de 7 países fueron exitosos, entre ellos República Checa, Polonia, Estonia y Georgia. ¿Qué tuvieron en común aquellas transiciones? La terapia de shock. El resto de países aplicaron “gradualismo” y fracasaron. Transitólogos de la talla de Leszek Balcerowicz en Polonia, Mikheil Saakashvili en Georgia y el Dr. Václav Klaus en República Checa; Lee Kuan Yew en Singapur, Deng Xiao Ping en China y Sir Roger Douglas en Nueva Zelanda, confirman los hechos: el gradualismo no funciona. ¡Además esos países confirman que a todo “milagro económico” precede siempre un “milagro político”, pues detrás siempre hubo partidos, líderes, programas y procesos políticos!


Un programa implica un Plan y nosotros los Fusionistas también lo tenemos. Un plan u hoja de ruta que contiene 8 grandes pasos. Un proceso político cuyo punto de partida es la formación de liderazgos, cuadros y bases, para luego crecer orgánicamente y consolidar el partido en clave F.O.P.R.A., es decir, formación, organización, propaganda, recaudación de fondos y acción política. Llegado ese punto será necesario contar con algunos hitos en el camino: apoyos estratégicos, amplia visibilidad y presencia en el cuadro político, una opinión pública favorable a la transición y las reformas liberales, operadores políticos eficaces e incluso capacidad de movilización y presión. Consolidados como fuerza política deberemos legalizar el partido, competir en elecciones y hacer una buena oposición, primero y fundamentalmente desde el Congreso de la República, para luego competir por más espacios de poder hasta haber logrado la credibilidad y confianza que nos permitiría convocar a una Consulta Popular Patriótica para aprobar la transición mediante una ley habilitante que nos permita una reforma constitucional, la derogación de las leyes malas y la aplicación de shock de las 5 Reformas.


¡No hay otro camino, ni atajos ni soluciones inmediatas amigos! El Profesor Alberto Mansueti, abogado, politólogo y estratega político principal del Partido Fusionista, un poco en broma un poco en serio lo enuncia en lo que ha llamado Ley Mansueti: “El éxito de las reformas pro mercado y los procesos de transición al capitalismo es directamente proporcional a la existencia de un Partido completo y transparente, con claros y bien definidos Programa y Hoja de Ruta, capaz de brindar un piso político estable."


Dicho esto sólo me queda citar a los cuatro gigantes que han aparecido en el póster oficial de este lanzamiento, por el orden de izquierda a derecha: Ronald Reagan, Margaret Thatcher, Ron Paul y Václav Klaus. Claro, porque el del extremo derecho, un servidor y quien escribe, no es ni de cerca un gigante como aquellos grandes que inspiran nuestro camino. Todos ellos tienen algo en común, son Fusionistas, pues fueron o son conservadores en lo moral y político y liberales en lo económico. Todos ellos aplicaron reformas liberales en sus respectivos países: Estados Unidos, Inglaterra y República Checa.


El caso del Dr. Ron Paul es especial. El Dr. Paul es médico obstetra y se mantiene activo en política desde la década de los 70s. Le inspiró participar en política el ver cómo los políticos de la otrora potencia mundial declinaban a los sanos principios republicanos consagrados en la Constitución de los Estados Unidos. Fue congresista de 1976-1977, luego de 1979 a 1985 y por último de 1997 a 2013. Fue también nominado en tres ocasiones en las primarias a la presidencia, en 1988 con el Partido Libertario y en 2008 y 2012 con el Partido Republicano. Es un conservador de pura cepa, siendo médico obstetra sabe lo que significa una vida y la familia. Sus posiciones en materia económica, especialmente en lo referente a banca y moneda son claras. Toda su carrera ha abogado por el cierre de la Reserva Federal (FED) y el retorno al patrón oro clásico. Sus posiciones en materia de migración, atención médica, cambio climático, defensa, educación y política internacional son prácticamente las nuestras, porque nos parecen congruentes, realistas y apegadas a la doctrina del liberalismo clásico, y por ello el día de su natalicio, 20 de agosto, lo hemos elegido en el Foro Liberal de América Latina como el Día del Fusionismo.


Lanzamiento e invitación


En el marco de este 2023 que parece un annus horribilis (año horrible) y determinados nosotros a convertirlo en un annus provocantes (año desafiante), es para mí un honor hacer público y oficial el lanzamiento del Partido Fusionista a la vida política de Guatemala. El PF será el único partido de auténtica derecha liberal y conservadora que hará contención eficaz y reversión de la agenda de izquierdas y derecha mala.


Con esto en mente invitamos a los guatemaltecos de bien, hombres y mujeres, jóvenes, empresarios grandes, medianos y chicos, conservadores católicos y evangélicos, profesionales, estudiantes, militares, medios de comunicación, lideres indígenas y comunitarios, intelectuales y académicos, en fin, gente decente, responsable y sensata de los 340 municipios y 22 departamentos de nuestro bello país a sumarse a nuestro esfuerzo por transitar al capitalismo liberal y democrático. Los invitamos a abandonar su zona de confort, pero también la pereza, la indiferencia, el miedo y la pasividad. No podemos cambiar nuestro país si nos quedamos de brazos cruzados. No podemos cambiar nuestro país para bien si no hacemos sacrificios, si no nos esforzamos de forma disciplinada y perseverante. Los creyentes confiando siempre en Dios, pues Él no dejará sin recompensa nuestro esfuerzo por traer hacia nuestro país “Su Reino” y coadyuvar con Él para que "Su Voluntad" se haga aquí en Guatemala.


Permítaseme terminar con una directa interpelación: ¿estás de acuerdo con nuestro proyecto político? ¿eres una persona dispuesta a desaprender y aprender? ¿estás dispuesto a abandonar tu zona de confort y hacer sacrificios? ¡Si lo eres y lo estás, eres uno de los nuestros, empecemos juntos este difícil camino!


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[1] Esta idea responde a la doctrina de la soberanía de la esferas, la cual fuera desarrollada y sistematizada por el ex primer ministro holandés y teólogo protestante Abraham Kuyper, a principios del siglo XX.

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